Yo estaba trabajando en la caja de la municipalidad, vino un señor a pagar, y me dice: “¿Usted es Salvador?”. Si le digo. “Tanto tiempo sin verlo, yo le debo la vida a usted” me responde. “¿A mi?” le digo. Si dice, “yo, mi mujer y mi hijo”. Ahí empezó a contarme por qué es que decía que me debía la vida. “Yo vivía en una prefabricada, un día al mediodía se me prendió fuego y fué usted con un bombero”, dice. Y siguió: “Por supuesto la casa se quemó casi toda, pero usted nos sacó. Nos hizo salir a mi señora, al nene y a mí”. Ahí le digo que no, que yo no los salve. Y el me dice “si, si hubiera estado usted en la piel mía se daría cuenta”.
Yo me acuerdo de ese día. Entré al incendio y los ví a ellos parados, fuera del fuego, pero dentro de la casa, mirando como se quemaba. Estaban paralizados los tres. Entonces le dije al otro bombero: “saca la garrafa -ellos tenían una- y tirala al baldio de enfrente”. Yo los veía que seguían quedándose ahi, y les digo: “vengan, vamos afuera”. Y los saqué a empujones porque no se movían, estaban como hipnotizados. Pero no es que les salvé la vida, no me tuve que meter al fuego, simplemente yo no lo sentí así. Claro ellos sí, porque después pensaron: “si nos quedabamos así nos quemabamos”. Mientras que para mí, lo único que había hecho era hacerlos salir.
Esta es una de las tantas historias que Héctor Salvador nos relató en esta entrevista. Bombero desde los 13 años, Salvador está desde los inicios de la fundación del cuartel. Con años de dedicación, pasíon y trayectoria al servicio de bomberos, nos relata cómo es que comenzó de tan pequeño a formar parte de la institución y cómo se formó allí.
Hay cierto cariño por la institución, que es totalmente diferente a lo que pasa en otros lugares ¿no?
Totalmente. Vos sabes que yo pasé por todas las facetas de bomberos. Yo entré cuando tenía 13 años como cadete. Fuí aspirante, bombero, suboficial, oficial, segundo jefe y jefe. Pasé por todas hasta que me retiré. Yo junto con mi compañero Omar Scavuzzo, entramos con 12/13 años a bomberos, pero acá los aspirantes por lo general llegaban con 16/17 años de edad. Vos sabes que esos chicos tenian un entusiasmo, pasión se podría decir por bomberos. Y por ahí te desaparecian de 3 a 5 meses. Con Omar hablábamos de porqué no venían, y le decia yo: “se tienen que haber hecho de novio. Deja que se le pase un poquito que si esto lo apasiona, vuelve seguro”. Y la mayoría te puedo asegurar que volvía. Porque esto apasiona, bomberos apasiona.
¿Y cómo se les ocurrió a vos, a Omar, entrar desde tan chicos en bomberos?
Mi hermano fue bombero casi fundador de acá, era oficial. El tenía 11 años más que yo. Y yo le dije a mi hermano: “¿no puedo entrar de cadete?” y me dijo “bueno vemos”. Y entré. Como era muy amigo de Omar, viviamos en el mismo barrio, cuando entré a bomberos, me dijo que quería entrar también, así que nos unimos los dos.
Todas las cosas que vivió mi hermano, después lo viví yo. Mi hermano en el año 1962 se fue a Barker y fundó el cuerpo de bomberos, porque ellos no tenian uno. Y me acuerdo que ellos no tenían ninguna unidad, entonces les prestamos La Chancha durante un par de años hasta que se pudieron comprar un autobomba propio. El Ford que está al lado, se lo prestamos a Cacharí. Me acuerdo que entramos a Cacharí con ese Ford, y que la avenida de entrada era un mundo de gente. Nos recibieron con una emoción. Te imaginás, les llevábamos un autobomba.
Olavarría colaboró con muchos cuerpos de bomberos que no existían y se fueron haciendo. Bomberos trabajó mucho en colaborar con la formación de otros cuerpos de la zona.
¿Y que se siente ver que ayudaron a esta formación?
Satisfacción. Nada más que el deber cumplido. Era un deber que teniamos porque nosotros lo sentiamos y sabíamos que no se contaba con todo eso. Y bueno también satisfacción ahora de ver cómo todos han mejorado muchisimo en sus instalaciones, en sus equipos.
A mi lo que más me asombra es cómo se mejoró el conocimiento y la instrucción del personal. Nosotros éramos bomberos hechos a fuego, a que te salga bien o te salga mal. Hoy los chicos, si bien arriesgan su vida, tienen un montón de trabajo muy bien hecho por parte de las escuelas de bomberos. Yo llegué a jefe y hoy, debo saber la mitad de lo que sabe un bombero de 20 años. Es increible, es un montón lo que se progresó. El bombero hoy es practicamente un bombero profesional. Nosotros no lo éramos. Nosotros nos hicimos a golpes. Algunas nos salieron bien, otras mal, pero la voluntad estuvo siempre.
Me acuerdo que una vez se prendió fuego una estación de servicio, a las 3 de la tarde en verano. Y fué un incendio tremendo, fuimos con 3 o 4 autobombas. Y en 15 o 20 minutos lo apagamos. No me preguntes cómo hicimos pero lo apagamos. Se habia derrumbado el techo del lugar sobre los surtidores. Y yo veia que seguía habiendo fuego después de que apagamos todo. Me metí con 2 o 3 bomberos, y nos dimos cuenta de que habia un tanque con un embudo echando gasoil al depósito subterráneo. Por suerte lo apagamos. Pero fijate lo que es la suerte. La suerte y el desconocimiento por otro lado. Hoy quizá a un bombero no le pasa.
Bomberos también tiene una particularidad y es que se forma algo así como una gran familia ¿no?
Si. Yo siempre dije que la disciplina en bomberos se lograba en base a la amistad. Porque vos sos amigo mío no me podés fallar, y porque yo soy amigo tuyo no te puedo fallar, no te puedo faltar el respeto. Si vos sos superior mío pero también sos amigo, y me pones una regla, yo la tengo que respetar porque sos mi amigo. Y acá, tenemos que ser amigos a la larga, porque vamos a un siniestro y yo nose si vos te vas a tener que jugar la vida por salvarme a mí, o yo me voy a tener que jugar mi vida por salvarte a vos.
Y del cuartel particularmente, ¿hay algo que destaque?
Yo acá estuve alrededor de 4 o 5 años. Vine siendo jefe. En este cuartel lo que recuerdo es mucho trabajo. Me acuerdo que hicimos los dormitorios arriba, la escuela. Un día lo hablé con Omar, le dije: “vos sabes que me gustaría hacer una escuela de bomberos, porque nosotros venimos, damos instrucción pero hacemos hasta donde podemos con los chicos”. Y me dijo que sí. Pusimos de director a Hector Hoyos. El ya estaba retirado, pero lo fuimos a buscar y vino encantadisimo.
Fueron pasos importantes. Yo digo que todos los que pasamos por bomberos, dejamos un granito de arena. En mayor o menor medida, todos aportamos algo. No nos olvidemos de quienes fundaron esto, que de la nada vieron la necesidad y lo hicieron.
Usted me decía cuando arrancamos que estuvo acá desde los 13 años, toda una vida. ¿Lo volvería a hacer?
Si totalmente. Hace poco mi hijo me mandó un mensaje contándome que uno de mis nietos estaba fascinado con un camión de bomberos que vió en la vidriera de una juguetería. Algo se heredará supongo. Y si hay gente que quiere unirse, y lo hace de cadete como lo hicimos nosotros, va a ser una locura lo que sientan por bomberos. Nunca sentís miedo, al bombero no lo paraliza, yo jamás vi uno con miedo. Creo que todo lo otro que sienten le anula el miedo.
¿Hay algo que quiera decirle a los bomberos que estuvieron, están y van a venir?
Que los quiero mucho a todos, incluso a los que no conozco, porque uno siente un cariño especial. A los que están aquí, les digo que están en buenas manos, conozco a quienes son sus jefes. Entraron todos siendo yo su segundo jefe, o jefe. Se que la comisión directiva trabaja mucho, y se nota porque se requiere una administración tremenda para mantener esto, y la hay. Con quienes quedamos de esas viejas épocas estoy en contacto aún, saben que los quiero y siempre estamos dispuestos a dar una mano por el otro cuando se necesita.