Continuando con este segmento de entrevistas que realizamos desde la Asociación de Bomberos Voluntarios de Olavarría, y en la búsqueda de reconstruir y mantener viva la historia de la institución, hablamos con el Comandante mayor exjefe del cuerpo Héctor Hoyos. Aprovechamos la ocasión no solo para hablar de los inicios de los bomberos voluntarios en Olavarría, sino también para hablar con Héctor sobre su labor como bombero voluntario y sus años de servicio.
¿Cuál fue su primer acercamiento a la institución?
Fue en mis primeros años dentro de bomberos voluntarios, yo estaba en 4to año de la escuela secundaria, era 1958. Ahí me inscribí como bombero, mi mamá no quería, pero me dio el permiso mi papá y arranqué. Entré en mis primeros años como aspirante, en el cuartel que estaba ubicado en el corralón municipal, en la calle Bolívar. En ese entonces no iba a los incendios, yo los miraba nada más. Iba todos los días al cuartel a hacer tareas básicas, pero un día me pude colar en un incendio y ahí conocí lo que realmente era. Yo me acuerdo que por dentro me preguntaba si ese incendio que estaba viendo sería considerado pequeño, grande o como, porque no conocía otro.
De los primeros años también recuerdo que los llamados a bomberos los hacían con unas bombas de repetición. Nosotros teníamos la ropa en nuestra casa, en la mochila. Entonces cuando escuchábamos las bombas sabíamos que teníamos que salir corriendo para el cuartel con las cosas, cambiarnos y salir con las dotaciones desde allí.
¿Qué recuerda de esos primeros momentos dentro de bomberos?
En ese entonces teníamos instrucción los domingos a la mañana, y los miércoles a la noche. Los miércoles a la noche era para aprender teoría y los domingos la práctica. Me dá risa porque me acuerdo que los domingos, llegábamos todos re cansados a las prácticas, porque veníamos todos de bailar en la confitería. Y ahí terminábamos muertos, eran instrucciones duras. Pero nos gustaba eso.
Pasado este tiempo como aspirante, empecé a ir a los incendios, hasta que tuve un accidente muy grave, el primero que tuve en vida. Me acuerdo que íbamos a un incendio en Sierra Chica y la unidad volcó. Ahí le juré a mi mamá que no iba a volver más a bomberos, pero no pude cumplirlo. Seguí yendo.
Después, nos cambiamos al cuartel de la calle Alsina. Ahí ya teníamos una sirena, teníamos un espacio propio. Tiempo después, como eso era un viejo taller mecánico, las autoridades pensaron en la idea de hacer un verdadero cuartel. Entonces nos trasladamos -mientras se hacía la obra- a España y Dorrego. Una vez terminada la obra volvimos al cuartel de Alsina, y ahí tuve otro accidente, por el que tuve que estar 6 meses inactivo. Me recuperé después de pensar que no iba a poder seguir y otra vez volví a la institución. Otra vez juramento no cumplido.
¿Cree que la institución ha ido cambiando con los años?
Totalmente. Bomberos creo yo que tiene varias etapas. La primera es de la cual venimos hablando. La segunda etapa, es la etapa de profesionalización. Hasta esos años en los que estábamos ahí en Alsina, nosotros trabajábamos a pulmón, con mucha garra. Pero no éramos profesionales de la emergencia. Las épocas cambiaban, entonces empezó a enseñarse y hablar mucho del RCP, de la seguridad del personal, de trabajar metódicamente, cambiaba todo. Entonces pasamos a ser un grupo de muchachos buenos, a un grupo de profesionales. Y eso se consigue con trabajo.
Esa es la época en la que muchos nos casamos con la asociación de bomberos. Después nos casamos aparte sí, pero el bombero se casa también con el cuartel, porque deja muchas cosas por esto. Cuando uno da un servicio de este tipo y luego se vuelve a la casa, se va con una sensación de satisfacción, de haber contribuido al bien común. Y ya en la casa, la familia es también importante. El apoyo de la familia es fundamental, porque son los que te acompañan en esto de ser bomberos y los que te tienen que perdonar muchas veces por priorizar a la institución por sobre otras cosas.
Después de esta etapa de profesionalización de la que hablamos, mudamos el cuartel a la calle Colón, donde estamos actualmente. Aquí las posibilidades son mejores. Estudiábamos que era mejor estar acá porque la avenida es ancha y nos permite salir con los vehículos rápidamente.
¿Cómo fue fundar parte de la fundación de la escuela de cadetes?
Una vez que dejó la jefatura y pasó a la reserva, me convocan para fundar una escuela de cadetes. Acá les enseñábamos determinadas materias de formación general, teniendo instrucción dos veces a la semana. Después de hacer la instrucción compartíamos momentos también entre instructores, cadetes y aspirantes, donde se analizaba qué es lo que pensaban los nuevos acerca de la institución, acerca de ser bomberos, era un intercambio con el alumno. Hoy yo veo dotaciones completas y actuales jefes que fueron cadetes míos. Eso es un verdadero orgullo.
Años mas tarde, también me convocaron para Defensa Civil. Me convocan para el área, luego de que sale una ley a nivel provincial en la que establecía que las municipalidades tenían que tener un director de Defensa Civil.
Estuvo durante todas las etapas de bomberos, prometió por su salud no volver a la institución y nunca pudo cumplirlo. ¿Tiene alguna explicación esto?
Si, que no puedo estar sin bomberos. Yo escucho una sirena y me llama. Es mi vida. Por ejemplo, mis hermanas me dicen “cuando vos vas a bomberos, volvés distinto”. Y es que si, hace de cuenta que uno recarga las baterías.
Además, la institución es muy querida y muy respetada también. Una vez en un accidente vehicular asistimos a un matrimonio que venía desde Mendoza. Nos quedamos ahí con la dotación y en un momento me llama la señora que había sufrido el accidente y que estaba en la camilla siendo asistida. Me agarra de la mano y me dice “señor no se vaya” y yo le decía “no señora tranquila que estamos acá” y me contesta “si, pero quédese acá cerca mío, porque yo confío” me dice.
La gente confía en el bombero voluntario. Esto infiere una gran responsabilidad, uno tiene en sus manos la vida de las personas. La vida y los bienes incluso muchas veces. Es también una imagen que hay que tenerla, sostenerla e inculcarla.
¿Volvería a elegir ser bombero voluntario?
Si definitivamente. Yo siempre me emociono al hablar de bomberos. Es hermoso ser bombero. Yo ahora soy grande, pero me gusta siempre estar acá, formar parte, tener como ayudar, siempre para la institución. Uno jura para toda la vida acá.