Buscamos que los bomberos que formaron y forman parte de la institución, puedan contar sus vivencias, anécdotas y momentos más importantes en servicio. Por eso charlamos con Ismael Maidana, de la reserva activa.
¿Por qué decidiste ser bombero?
Yo por empezar no soy de acá, soy de Paraguay. Entonces el estar en bomberos me sirvió para hacer amistades, familia, otro hogar. Ahora no puedo estar un solo día sin venir al cuartel, sinó siento que algo me falta. Porque es como mi casa.
Mi iniciación en el cuartel fue en los años 80, después de la inundación. Yo corría dentrás de los camiones de bomberos en esas inundaciones, viendo como trabajaban. Recuerdo que rescataron al tío de mi mujer, que vivía en Vélez Sarsfield y España, una zona muy inundada en ese entonces. Ahí había como 3 metros de agua.
Después de eso, decidí que quería ser bombero y con 33 años me inscribí para aspirante. El 27 de abril de 1980 comencé el ingreso.
¿Qué recuerdos tenés de esos años en el cuartel de Av. Alsina?
Recuerdo que arriba del cuartel de Alsina ántes, había un restaurante. Después eso cerró y esa parte pasó a ser algo así como el salón donde hacíamos eventos, fiestas o charlas.
Nos mudamos de Alsina a Colón en el 84 más o menos. Fue mucho laburo el de reacondicionar este lugar. Esto antes era un taller mecánico, y había que hacer de todo. Los vestuarios, el frente, los baños.
Empezamos con la fachada del frente y los vestuarios, una vez termiando eso nos instalamos acá. Después siguieron haciendo los dormitorios, los baños.
En Alsina era muy gracioso porque eramos muchos y no alcanzaban los cofres (estantería donde guardan su uniforme). Entonces yo mandé a hacer un cofre para mí de la misma medida que los demás, y siempre me pasaba que cuando llegaba corriendo a cambiarme había alguien más sentado en mi cofre cambiándose, poniéndose las botas y yo todo apurado con ganas de cambiarme e ir al siniestro. Ese cofre después se lo regalé a Natalle.
Después si se hicieron los dormitorios y la escuela. Pidieron personal a la penitenciaría de Sierra Chica y vinieron los presidiarios a colaborar con la construcción. El resto lo hicieron bomberos que eran albañiles y los demás que nos dábamos “maña” para laburar y ayudar.
¿Cómo fue tu formación dentro del cuartel?
Cuando yo entré todavía no existía la escuela de cadetes, es más, no había cadetes. Eramos aspirantes y después bomberos. Pasado el tiempo, Omar Scavuzzo nos dio el espacio para hacer cursos y ascender de mandos.
En los cursos de antes tenías que practicar rescate con cuerda, incendios, y algunas cosas más. Duraba eso de un mes. Nuestro instructor fue Scabuzo mismo.
¿Recordás tu primer salida?
Mi primera salida fue un incendio en la panadería “La Esperanza” de Av Colón. Con Scabuzo al frente fuimos a esa salida. Casi me ahogo esa vez. Teníamos unas máscaras a las que les colgaba el filtro por delante, y había que sacarles el tapón para poder respirar, solo que yo no lo sabía y entré al incendio sin hacer ese paso previo. Estuve sin respirar hasta que Scabuzo se dió cuenta y me ayudó con la máscara.
Con Omar Scabuzo he salido inmensidad de veces a los siniestros, porque Omar era un bombero más. A él no le ganabas ni loco para salir. Primero estaba él sentado en el camión.
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